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El líquido anticongelante es una mezcla de varios productos que se añade a los líquidos, con vistas a que se reduzca su punto de solidificación; es decir, para que necesiten una temperatura más baja de la habitual para congelarse. Se añade, por ejemplo, al diésel y a la gasolina para evitar que se congelen durante el invierno; aunque también se añade al agua de los circuitos de refrigeración para que soporte las intensas heladas.
El líquido anticongelante es una mezcla de varios productos que se añade a los líquidos, con vistas a que se reduzca su punto de solidificación; es decir, para que necesiten una temperatura más baja de la habitual para congelarse. Se añade, por ejemplo, al diésel y a la gasolina para evitar que se congelen durante el invierno; aunque también se añade al agua de los circuitos de refrigeración para que soporte las intensas heladas.
Fabricantes y marcas de Anticongelante
Durante los comienzos, se usó el agua como líquido anticongelante para estos. Es cierto que el agua es una sustancia capaz de absorber mucha energía y conservar el calor, pero los últimos avances técnicos apuntan a que no es la mejor alternativa. Este líquido, no es capaz de aumentar tanto como el anticongelante el punto de solidificación del combustible y, peor aún, la presencia del agua provocaría la corrosión de los metales.
Por estos motivos, la base de los anticongelantes es el agua, a la que se han añadido varios aditivos para bajar la temperatura de congelación y eliminar las propiedades de corrosión naturales de ella. La sustancia más importante del anticongelante es el etilenglicol, que podemos encontrar en variada proporción (20%, 30%, etcétera) hasta llegar al 90%, este es el anticongelante más concentrado; aunque para un vehículo en España bastará con el de 30% si estamos en una zona muy fría.
Aunque puede parecer lo mismo, lo cierto es que el propósito del refrigerante es controlar la temperatura de los fluidos; mientras que, el anticongelante, pese a tener la misma función tiene un empleo más y es el de ayudar al del arranque. Por lo tanto, este último cumple una doble funcionalidad. De esta manera, sí, sirven para lo mismo pero sus funciones no son análogas.
Es recomendable cambiar el líquido anticongelante de nuestro coche cada dos años o 40.000 kilómetros, aproximadamente. El motivo no es que pierda eficacia en cuanto a prevenir la congelación, pero sí la pierde en otros ámbitos, como en ser anticorrosivo. No cambiar el anticongelante tras haber superado las cifras anteriores puede provocar daños en nuestro automóvil.